Estallido político en la Convención Constituyente de Formosa. El convencional Fabián Alcides Firman presentó su renuncia indeclinable y acusó a la reforma aprobada de ser un “mecanismo diseñado a medida” para habilitar al gobernador Gildo Insfrán a seguir en el poder después de más de 30 años. La carta sacudió la Legislatura y encendió la polémica.
Firman no se guardó nada.
En un texto lapidario, sostuvo que la modificación del artículo 132 y su “cláusula transitoria” no es una mejora institucional, sino “el único fin de habilitar la perpetuidad en el poder de quien lo ostenta desde hace tres décadas”.
“Permanecer en mi banca significaría convalidar una trampa”, escribió el convencional, que denunció además que la decisión es “una afrenta directa a la democracia” y “un fraude a los principios republicanos”.
El golpe fue demoledor.
No se trató de una renuncia burocrática, sino de un acto de protesta cargado de simbolismo.
Firman advirtió que la reforma erosiona las instituciones, fomenta el clientelismo y contraviene tratados internacionales firmados por la Argentina. Y remató: “Mi renuncia es una reafirmación de mi compromiso con una Formosa libre”.
La movida abre una grieta explosiva en la Convención. Mientras el oficialismo celebra la reforma que garantiza la continuidad de Insfrán, sectores opositores ya la califican como un “fraude histórico”.
La renuncia de Firman deja al descubierto la tensión de fondo: ¿hasta dónde puede estirarse la eternidad de un caudillo en el poder sin dinamitar la democracia?