El gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, se alineó con el bloque Coherencia de Carlos D’Alessandro y encendió la mecha contra la Casa Rosada. En una reunión cargada de tensión, juraron defender el “federalismo real” y acusaron al poder central de asfixiar a las provincias. El mensaje retumbó como un desafío directo a la Nación.
No fue una reunión más.
Fue un pacto político con aroma a rebelión.
Quintela y los diputados de Coherencia pusieron sobre la mesa un plan de batalla:
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Reclaman una distribución justa de recursos para terminar con lo que llaman la “estafa fiscal del centralismo”.
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Promueven la defensa de economías regionales como la vitivinicultura, la olivicultura y la agroindustria.
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Exigen reglas claras en energía y minería, bajo el lema de “desarrollo con transparencia y cuidado ambiental”.
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Y juran resistir cualquier intento de cercenar la autonomía provincial.
“El país no puede gobernarse desde un escritorio en Capital Federal”, lanzó uno de los presentes, en un dardo que no necesitó destinatario explícito.
El tono fue de guerra.
No de negociación.
Quintela y D’Alessandro coincidieron en que la Argentina atraviesa un momento límite: o recupera un federalismo verdadero, o las provincias quedarán condenadas a ser simples sucursales del poder central.
La foto de la reunión buscó mostrar músculo político. Una alianza entre un gobernador y un bloque legislativo dispuesto a dar pelea.
El mensaje es claro.
La paciencia se terminó.
La pregunta ahora es inevitable: ¿hasta dónde llegará esta rebelión federal contra la Casa Rosada?