El equipo de La Nación que viajó a documentar la crisis en comunidades originarias fue detenido y sometido a hostigamiento por fuerzas provinciales. La acusación: una “falsa denuncia” que funcionó como trampa institucional.
Llegaron como cronistas, los trataron como sospechosos.
Un viaje periodístico se convirtió en una corrida bajo vigilancia policial, con patrullas, fotos de DNI y acusaciones ficticias.
En plena Formosa, el periodismo fue convertido en amenaza.
El 15 de septiembre partió el equipo rumbo a Las Lomitas: proyecto Hambre de Futuro, comunidad Nivaclé, territorios que nadie quiere mostrar. Pero el régimen local avisó: ellos verán lo que otros quieren ocultar.
La primera señal: una camioneta policial apareció, preguntó nombres, fotografió documentos. Luego otra, con patente alterada, comenzó el asedio.
Los periodistas siguieron grabando, entrevistando.
Pero el eco del control cayó rápido: “Ustedes ponen un pie acá… ya los persiguen”, advirtieron en la comunidad.
El día que intentaban volver a su hospedaje, un control policial forzó la parada: “Tenemos una notificación por un inconveniente en Río Muerto”. ¿El denunciante? El cacique Guillermo López, que luego dijo no saber nada sobre lo presentado.
En esa estación de control, les exigieron declarar. Querían someterlos al trámite. Querían aislarlos. Querían miedo. Pero el equipo resistió: rechazó firmar en conformidad; firmó bajo protesta.
Cuando pidieron una copia fotográfica del documento, la negaron. “Es diligencia procesal”, dijeron. Pero el lenguaje era claro: no hay transparencia cuando el poder está asustado.
Al caer la noche, el equipo prefirió no ingresar de nuevo a la comunidad asediada: desistió. En su lugar, se fue a Las Lomitas, escoltado por patrullas que no ocultaban su misión.
No fue un accidente: fue ejecución simbólica del periodismo.
No fue una denuncia: fue una trampa montada con papeles.
No fue silencio: fue censura con violencia de Estado.
Una provincia convertida en un gueto. Una prensa acorralada.
¿Quién denuncia al que denuncia al poder?
Aquí, la verdad es peligro.
¿Hasta cuándo dejarán que los medios sean perseguidos como delincuentes?