Mientras en los discursos se habla de “desarrollo sustentable”, la realidad en Formosa muestra lo contrario: la deforestación avanza sin freno y con la complicidad del Estado, según denuncian organizaciones ambientales. Más de 1.100 hectáreas de bosques fueron arrasadas solo en el primer trimestre del 2025. El Chaco formoseño, uno de los ecosistemas más ricos del país, está siendo diezmado a un ritmo alarmante.
Según la Fundación Vida Silvestre, Formosa lidera el ranking de provincias con mayor pérdida de masa boscosa en lo que va del año. Y no es casual: detrás del desmonte están intereses vinculados a la expansión de la frontera agropecuaria, principalmente para soja y ganadería.
Animales en peligro: El impacto es devastador. Pumas, pecaríes, osos hormigueros y aves como el muitú pierden su hábitat y terminan atropellados, cazados o muriendo de hambre. “Nos llegan animales quemados, sin patas o con el cuerpo destrozado por maquinaria pesada”, relatan desde un refugio en Clorinda.
Tierras muertas: Cuando se talan bosques sin control, lo que queda no es campo productivo, sino suelos erosionados, secos, casi estériles. «Donde había árboles, ahora solo hay polvo y grietas», advierte un biólogo consultado por TN.
Negocios sin control: Aunque se exige autorización ambiental para desmontar, muchos lo hacen igual, sin papeles ni sanciones. Las ONGs denuncian una total falta de control por parte de la Dirección de Recursos Naturales provincial, que en muchos casos otorga permisos de manera arbitraria o simplemente no actúa.
“El Gobierno mira para otro lado mientras se destruye uno de los últimos pulmones verdes del país. Y lo hace con total impunidad”, denunció la activista ambiental Agustina Grigera.
El futuro que viene: Lo que se pierde no se recupera. La biodiversidad, los suelos fértiles, el equilibrio del clima: todo eso se esfuma con cada árbol que cae por una topadora.