La City estalló en un lunes negro: el dólar en los bancos rozó los $1460, el riesgo país perforó la barrera de los 1000 puntos y las acciones argentinas en Wall Street se hundieron hasta un 15%. Un cóctel explosivo que dejó al Gobierno contra las cuerdas tras la derrota electoral en Buenos Aires.
Los mercados no perdonan.
Y el golpe fue directo al corazón de la economía.
Las pantallas en verde se tiñeron de rojo furioso: Grupo Galicia se desplomó más del 16%, Edenor más del 15%, YPF y Pampa Energía también cayeron en picada. “Es un derrumbe histórico”, admitió un operador, con la voz quebrada.
No fue un simple ajuste. Fue una corrida de manual.
La derrota política del oficialismo encendió las alarmas. Los inversores huyeron y la desconfianza se multiplicó en cuestión de horas. El dólar escaló como un misil, mientras los bonos se desmoronaban y el riesgo país cruzaba un umbral temido: los 1000 puntos que anticipan tormenta.
El Gobierno intenta calmar la furia con gestos y promesas. Pero en los pasillos del poder se respira otra sensación: la fragilidad. La incertidumbre. El miedo a que este lunes sea apenas el comienzo de una saga mucho más oscura.
Porque lo de hoy no fue una reacción. Fue una sentencia.
La pregunta es brutal y necesaria: ¿qué más tendrá que caer antes de que llegue la paz a la economía argentina?