El arzobispo de Buenos Aires, Mario Aurelio Poli, expresó su preocupación por la pobreza infantil durante su homilía realizada en el tradicional Tedeum del 25 de mayo, y advirtió a los candidatos sobre los perjuicios de «la confrontación que busca culpables» en un contexto de «descrédito y debilitamiento de nuestra democracia». Lo escuchó en primera fila el presidente Alberto Fernández, que llegó acompañado por su gabinete. También estuvieron en la Catedral Metropolitana el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta y autoridades judiciales.
«No puedo dejar de mencionar, como demuestran recientes estudios de campo, la sensible desigualdad que existe en un amplio sector de la población más vulnerable. Es de información pública que seis de cada diez niños, niñas y adolescentes argentinos son pobres y ese porcentaje se visualiza más crudamente si consideramos que alcanza a 8.200.000 menores de edad, de los cuales hay más de 4.200.000 con carencias alimenticias», introdujo Poli en su mensaje.
Y profundizó: «Al mismo tiempo cabe señalar que entre los niños, niñas y adolescentes pobres, 2 de cada 10 sufren privaciones graves. Si pensamos que en esa franja etárea aproximadamente son 11.556.000 alumnos del nivel inicial, primario y secundario en la escuela pública, estatal y privada, la educación, –uno de los derechos fundamentales de la infancia, y a mi entender, piedra basal de la democracia–, enfrenta graves desafíos. Ellos son el valioso presente, y en ellos –si atendemos sus necesidades–, es posible imaginarnos un porvenir venturoso para el país que todos deseamos».
Las palabras del primado incluyeron varios mensajes para la política y a los precandidatos presidenciales.
Tras iniciar el Tedeum con un salmo del evangelio de San Juan, en el que Jesús convoca a «Que todos sean uno» a las primeras comunidades creyentes, Poli consideró que «el supremo valor de la unidad no excluye a nadie, y su proyección en la historia sobre las aspiraciones humanas siempre será un ideal a lograr».
«Su origen trascendente permitió superar divisiones y enfrentamientos entre semejantes, como ha acontecido en nuestra historia nacional», advirtió, y consideró que el Tedeum agradece a Dios por «la generación que consumó la Revolución de Mayo», que «en un tiempo de desconcierto y confusión», sus protagonistas «se mantuvieron unidos en un ideal que les permitió superar diferencias y perseverar firmes en la convicción de asumir la representación de un pueblo ya maduro, para regir sin tutelas una patria independiente y soberana».
«Su legado llega hasta nosotros después de recorrer un sinuoso camino dos veces centenario, que conoció aciertos y fracasos, encuentros y desencuentros, hasta marcar un hito fundamental cuando primero juramos observar la Carta Magna de la Independencia y luego, la Constitución Nacional esperada, donde elegimos el sistema republicano y democrático para ordenar nuestra convivencia como pueblo», subrayó.
En ese marco, el arzobispo de Buenos Aires insistió que «la deseada unidad prevalece sobre el conflicto» y dijo que ante las situaciones conflictivas, muchas veces «alimentar la confrontación buscando culpables en el pasado y en el presente parece el camino más fácil», pero el modo sabio de abordar esos problemas es «procurar consensos a través del diálogo». Y explícitamente le habló al conjunto de los aspirantes a la Casa Rosada para que abandonen la estrategia de confrontación y defiendan el sistema político democrático.
«En un proceso electoral para elegir a quienes aspiran a conducir la Nación, vemos una inmejorable oportunidad para que los candidatos manifiesten su vocación de servicio y aprovechen sus palabras para hacer docencia democrática, con propuestas claras y realistas, sin descalificar a los que compiten, con un lenguaje nuevo que promueva la solidaridad y devuelva al pueblo la confianza y el deseo de participar en la construcción de un destino común», remarcó Poli.
El cardenal se expresó de manera crítica contra el discurso de la «anti política» y reconoció que hay un «descrédito y debilitamiento de nuestra democracia», pero que sus «causas hay que buscarlas en la suma de responsabilidades compartidas de todos, casi como una obsesión». Y parafraseó al Papa Francisco en la reflexión encíclica Fratelli tutti, en la que destaca que la «buena política une al amor la esperanza» y que «una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros».
«Por eso, la autentica vida política, fundada en el derecho y en un diálogo leal, se renueva con la convicción de que cada mujer, cada hombre y cada generacion encierran en sí mismos una promesa que puede liberar nuevas energías, relacionales, intelectuales, culturales y espirituales. Vista de esta manera, la política es más noble que la apariencia, que el marketing, que distintas formas de maquillaje mediático. Todo eso lo que único que logra es sembrar division, enemistad y un escepticismo desolador incapaz de apelar a un proyecto común», citó el arzobispo las palabras del Sumo Pontífice.