El ejército ruso aseguró ayer que “más de 5 mil civiles” eran llevados “diariamente” hacia la margen izquierda del río Dniéper y difundió imágenes de soldados organizando la salida de automóviles.

Las autoridades impuestas por Moscú en Jersón, una de las cuatro regiones que Rusia se anexionó a fines de septiembre, instan desde octubre a los civiles a abandonar la zona para convertirla en una “fortaleza” militar ante el avance ucraniano.

Las fuerzas rusas tomaron Jersón en las primeras semanas de su operación militar en Ucrania, pero las tropas de Kiev buscan ahora reconquistarla con una contraofensiva lanzada en septiembre.

El número dos de la ocupación, Kirill Stremosov, anunció un “toque de queda de 24 horas al día” para defender la ciudad, pero dio marcha atrás rápidamente.

Stremusov advirtió que las fuerzas ucranianas podrían estar preparando “provocaciones” y “acciones terroristas” contra la localidad.

El presidente ruso, Vladimir Putin, aseguró desde la plaza Roja de Moscú que los civiles debían “ser alejados” de las zonas “peligrosas” de combate.

La semana pasada, las fuerzas de ocupación indicaron que 70 mil civiles habían abandonado ya sus hogares en la zona de Jersón. Para Kiev, esas evacuaciones se asemejan a “deportaciones”.

URSS. En Moscú, Putin celebró el Día de la Unidad Nacional y aseguró que 318 mil reclutas se han inscripto desde que en septiembre ordenó una movilización parcial por la contraofensiva ucraniana.

La cifra supera el objetivo de 300 mil porque “siguen llegando voluntarios”, de los cuales 49 mil ya participan en los combates.

El reclutamiento de Putin provocó una ola de éxodo del país. El expresidente ruso Dmitry Medvedev los calificó ayer de “traidores cobardes y desertores codiciosos”.

Putin también dijo que quería restaurar los monumentos históricos en los territorios ocupados de la exrepública soviética para que aquellos “que han vivido bajo una propaganda loca e idiota durante treinta años” conozcan el origen de “sus antepasados”.

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